Gentes de mi tiempo y de mi tierra
291 Semblanzas
Juan Antonio Gracia Gimeno
Prólogo
Personas, personajes y personalidades integran esta galeríade retratos. Todos, excepto cinco, se publicaron en su día en las páginas de Heraldo de Aragón. Parece normal que, dada mi condiciónde redactor religioso de ese diario, ocupen un lugar preferenteclérigos y figuras relacionadas con la Iglesia.
Pero, además de curas y monjas, de obispos y cardenales, hay bastante espacio para el personal civil: alcaldes, futbolistas, políticos, literatos, empresarios, artistas, profesores, médicos, periodistas, músicos, etc., etc. Y hasta queda hueco para los sencillos ciudadanos de a pie, que no aparecieron nunca en el escaparate de la noticia, pero dejaron entre nosotros una huella imborrable de honradez y bondad.
El lector comprobará que, en no pocos casos, mi relato va orlado en negro, por estar escrito con ocasión de la muerte del biografiado. Confieso que, en esa coyuntura, es difícil escapar del
riesgo de convertir una semblanza en una elegía. Confío, no obstante,no haber distorsionado excesivamente la realidad.
Algunos rostros aparecen repetidos. No importa demasiado, ya que las instantáneas corresponden a momentos y circunstancias diferentes. Los fotógrafos saben muy bien cómo un mismo objeto adquiere formas distintas según sean el paisaje y, sobre todo, la luz que lo envuelve.
No todos los retratados aquí son coetáneos o paisanos míos. Pero todos tuvieron alguna conexión con nuestro territorio o con nuestra actualidad. No podía excluirlos.
Pienso, tal vez con demasiada ingenuidad, que esta modesta galería puede tener su pizca de interés para un mejor conocimiento de la época y del lugar en que nos ha tocado vivir. Al fin y
al cabo, cada una de estas figuras y todas en su conjunto, son reflejo, pálido y leve por supuesto, de nuestra propia historia.
al cabo, cada una de estas figuras y todas en su conjunto, son reflejo, pálido y leve por supuesto, de nuestra propia historia.
En todo caso, solo pretendo recuperar una estampa de quienes por su conducta, su talento, sus virtudes o sus errores, merecen cuando menos nuestro recuerdo.
Todos y cada uno de ellos despertaron en su día mi atención informativa.
Advierto que en esta modesta compilación histórico-biográficano figuran dos nombres: Feli Cerdán y Olga Arenas. Y, sin embargo, sin su generosa y competente colaboración, este trabajo no hubiera sido posible.
Mi gratitud hacia ellas, además de obligada, es profunda y entrañable.
